Tercera edición de esta carrera de 23 kilómetros por los montes de Gijón y tercera vez que la corría. Además había ido a las 2 quedadas de reconocimiento que hicieron los años previos. Así que el circuito lo conocía a la perfección.
No es una carrera muy complicada. No es nada técnica y su desnivel es poco más de 1.000 metros positivos (y otros tantos negativos). Lo que sí es muy rápida. El ganador este año ha hecho 1h50′, es decir a 4:45 min/km de media.
Mis tiempos son mucho más discretos:
- I Trail Gijón 2015: 22,38 km en 2h 33′ 59″ (6:54 min/km)
- II Trail Gijón 2016: 23 km en 2h 36′ 54″ (6:49 min/km)
El objetivo de este año es rebajar el tiempo del año pasado y tener buenas sensaciones en la parte final. Los años anteriores la parte final se me hizo muy dura.
Día de la carrera
Como la carrera es a las 9 de mañana y aún no he recogido el dorsal toca madrugón. A las 6 suena el despertador y comenzamos con los preparativos. Susi y Kira vienen conmigo y su intención es ver la carrera en los kilómetros 7, 13 y en meta.
A las 8 ya estamos en el camping de Deva, lugar de inicio y fin de la carrera. Recogemos el dorsal, nos cambiamos, charla con compañeros del club y gente conocida y a las 8:50 ya estamos colocándonos en la salida.

La salida es rapidísima. Conociendo la importancia de posicionarse bien durante los 3 primeros kilómetros para evitar tapones en el 4º, intento apretar al principio. Pero la tos que acompaña durante estos días hace acto de presencia y subo todo el primer kilómetro con sensación de ahogo. De hecho los tiempos son peores que el año pasado.
Me costó mucho entrar en carrera. En los primeros 3 kilómetros las sensaciones no son excesivamente buenas y no voy tan bien posicionado como quisiera. Según lo previsto se forma un tapón impresionante durante la subida del cuarto kilómetro. Prácticamente todo caminando en subida entre barro. Y eso que no ha llovido y está muchísimo más seco que años atrás. Así todo, es con mucho mi kilómetro más lento de carrera. Pero no me preocupa. Sé que queda mucha carrera y esas energías ahorradas aquí pueden ir bien para el final.
A partir de aquí ya toca correr lo que se quiera. O más bien, lo que se pueda. Mis tiempos hasta aquí son muy similares a los del año pasado.

Poco a poco vamos avanzando y en el kilómetro 5 llegamos al observatorio astronómico.
Los dos siguientes kilómetros son favorables. En esta parte introducen un tramo de carrera nuevo. En vez de bajar por la pista nos meten por un camino a través de eucaliptos. Mucho más divertido. Poco antes del kilómetro 7 volvemos a la pista y nos encontramos con el avituallamiento. Yo, además, me encuentro con Kira y Susi que están esperándome para darme ánimos.
El día está perfecto para correr. Ha salido el sol. Así que bebo un poco de isotónico y recargo un bote con algo de agua. Sin perder mucho tiempo reanudo la carrera.

Llega un tramo duro. Primero un camino hormigonado que dará paso a una pista para llevarnos hasta el punto más alto de la carrera. Este tramo se hace duro. Yo camino y corro ciertos trozos. Tengo buenas sensaciones. Miro el reloj y voy algo mejor en tiempo que el año anterior.
Siguen pasando los kilómetros entre un bosque de eucaliptos. En cada cruce voluntarios que nos guían y animan. Excelente la organización en toda la carrera. Así llegamos al kilómetro 11, punto más alto desde el que iniciamos un descenso de algo más de 2 kilómetros para llegar al segundo avituallamiento. Bajada rápida. Este año con mucho menos barro que en otras ediciones. Bajo mucho más seguro y, por tanto, mucho más rápido.
Termina el descenso y en el avituallamiento como algo de chocolate, plátano y bebo isotónico. De nuevo relleno el bote con agua para tener líquido hasta el siguiente avituallamiento. Continuamos la marcha con una subida muy intensa y de repente aparecen a lo lejos Susi y Kira.
Kira mueve el rabo desorbitadamente.
Salta hacia mí, como si hiciese meses que no me ve. Me acompañan unos metros en la subida. Susi me da ánimos y me dice que me esperan en meta 🙂
Es el kilómetro 14 y llevo 4 minutos menos que la edición pasada. Todo marcha bien. Esperemos que no haya ningún percance en la última parte.
En menos de un kilómetro termina este repecho y de nuevo toca un tramo de descenso.
Recuerdo que al llegar abajo en la primera edición me noté sin fuerzas. Esta vez era distinto. Estaba entero y podía correr. De hecho en esta segunda parte de la carrera gané posiciones. Continuando con el tobogán que es esta carrera empieza la subida que nos llevará hasta el último avituallamiento. Sensaciones muy buenas. Corro donde los que llevo delante no pueden hacerlo y los adelanto.
Antes de llegar arriba llega la zona más divertida de la carrera. En medio del camino hay unos charcos, o más bien, pequeñas piscinas. Pese a que este año el terreno está más seco, el agua sigue allí acumulada. Muchos fotógrafos se colocan aquí para capturar con sus cámaras los baños de la gente. Otros años había intentado esquivarlos, pero este me decido cruzarlos por el medio. Casi me queda una zapatilla allí, pero consigo superarlos. Además, el agua fría viene bien para refrescar las piernas 🙂

Poco después empieza a haber muchísima gente.

El avituallamiento está próximo. El ambiente es sensacional y los ánimos hacen que apretemos los dientes y demos el resto en lo que queda de subida. Paro a beber algo y rápidamente me pongo en movimiento. Quedan poco más de 4 kilómetros. Más de la mitad ya serán por asfalto hasta llegar de nuevo al camping.
El tramo que llega ahora es en bajada, posiblemente lo más técnico de la carrera. Me encanta bajar por zonas así.
El fin ya está cerca. Llego al asfalto. En esta parte voy cogiendo algún que otro corredor que están sufriendo calambres y tienen que parar a estirar. En las otras dos ediciones que la corrí yo sufrí algo similar. Este año parece que la musculatura me respeta, así que aprovecho para correr hasta llegar a meta.
A lo lejos oigo a Rubén Nembra, el speaker, que me recibe en meta llegando en el puesto 76 (de 426 llegados a meta) y parando el crono en 2h 24′ 14«. Una mejora de más de 12 minutos con respecto al año anterior.
Al llegar nos dan una medalla de finisher, un detalle que a mí particularmente me gusta mucho. La carrera cuenta también con servicio de fisios, así que me ducho para ir limpio allí. Mientras, Kira aprovecha para ponerse la medalla ?

Muy contento con la carrera. En dos semanas llega una de las carreras más duras que he corrido nunca: la Gurriana Trail. A ver qué tal se nos da.
¡Nos vemos en la siguiente!